En un ambiente familiar donde hay laxitud en las normas se deja al niño completamente libre para que haga lo que quiera. Los padres no establecen límites, lo cual hace que el niño se confunda y no pueda diferenciar entre lo que está bien y es correcto de lo que no lo está. Los niños no reciben castigo de sus padres cuando cometen faltas o errores, es decir, no se les brinda retroinformación que le de valor moral a su acción. Hay hipótesis que señalan que los niños consideran que el adulto es quien sabe cuándo castigar y cuándo premiar y esto le da seguridad (Everest, 1987). Así, cuando un niño no encuentra una figura que lo oriente sobre lo bueno y lo malo, se le genera incertidumbre en cuanto a las normas, crece inseguro y él mismo es el que pone la norma a su acomodo y sin seguridad.
Es posible que el niño no desarrolle capacidades para crear conciencia moral ni para construir unos valores propios, la teoría del costo/beneficio (Villegas, 1995) indica que los valores dependerán de lo que al niño le produzca beneficios..
El niño, al no tener límites, no sabe resolver conflictos, no tiene las herramientas para ello, no maneja relaciones de reciprocidad pues generalmente querrá que las cosas y situaciones lo beneficien por lo que es difícil que sean empáticos.
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